30.6.06

El Topo, otra vez en mis manos

"... Dicen - muchos han dicho - que el amor es nuestro propio engendro, algo así como un hilo que todos llevamos en potencia y que, en algún momento determinado, aflora, toma como pretexto a una mujer, la viste, la hace, la crea... Ya está!
¿Existe semejante ser?
No, por cierto.
El amante h a c e al amado un poco a su imagen y semejanza. Hace lo que esperaba hallar, y de ese modo lo halla... por un atajo o por un juego de prestidigitación. Pero con el tiempo sus ímpetus creadores disminuyen, y el sujeto A, creador del objeto B (aunque hay, claro está, un sujeto B), siente desvanecer a su criatura; no obstante lo cual sigue amando (mientras puede) al sujeto B, renunciando al otro objeto B (que era el verdadero destinatario de su amor).
De donde resultan 2 posibilidades: o bien el sujeto A se resigna y se queda con eso que le presentan a cambio de su creación, o no se resigna nada y le va cobrando una especie de rencor al sujeto B, con si tuviera él (ella) la culpa de no ser lo que se le antojó ál creador.
Pero también sus rencores pasan, y todo se resuelve en una sociedad de socorros mutuos. Porque los dos descubren el juego, la trampa que se hicieron, y se compadecen, se auxilian, convencidos de que son dos extraños, pero no tienen la culpa de serlo..."

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