10.9.06

Todavía no entendí porque se le olvida sonreir. De contentarse por estar haciendo esto, que tanto buscaba.
Es que a uno se le olvidan las ganas cuando ya lo tiene? La ley del amorío entre la gata flora y murphy.
Se mantiene oculta esos días en que nadie la reclama, y se olvida de aquella regla impuesta ya, que apunta "mate amargo" y "ser feliz".
Se han vuelto cocheros de su carro los deseos y el apego, y se sientan arriba de los sueños que tenía con el pie izquierdo de cada día.
¿La dicha? Él la carga en sus ojos sólo si ella lo mira. Pero no saben;
y aunque él pegó en el papel picado que tira todas las técnicas para mantenerla seducida, la dicha eligió permanecer intacta en el cuerpo de ella y en la mirada de él.
Nadie corre con ventaja.
Se tuvieron miedo. Y lo quisieron ocultar tanteándose.
Y ahí se equivocaron. Cuando más se tanteaban, más miedo tenían... cuanto más miedo tenían, más callaban...
Y de esos silencios, sólo se escapaba uno estando sordo.
Se enroscaban, aunque ella no tuviera manos ni él pies.
¿Qué fue lo que los unió en un mismo vuelo?
Como suspendida en el aire, esperaba a que la mire. Y caía.
Él seguía mirando y no viedo nada.
Y llegó el odio.
La ignorancia de él, le daba nauseas. Hasta el punto de vomitar bilis.
Y le puso punto y aparte. Y se acabó.

Para. Todavía quedan algunos días de invierno para eliminar.

Tenía, ella, la sensación desde que estaba ahí, de haber olvidado algunas cosas. Y se dejaba llevar por el oleaje. Quería correr el riesgo de perder (lo).
Y que se prenda fuego todo lo que venga, que nadie nunca vio que no era mérito de él todo lo que ella hacía.
Olas de un mar revuelto por su doler, bandera azul de un mar en calma por tanto anhelo.
Y así y todo, sigue su esencia en ella.
Y ya no es lo que se siente, sino quien lo siente.
Ese dolor... pero en el agua, dejaba de respirar, quitaba oportunidad a los suspiros, y ahogaba las penas.

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