8.8.07

El furgón... qué lugar!
Hace un año y pico que viajo al centro a la mañana temprano.
A las 8 me tomo el que viene de castelar. Al principio me subía a un vagón de por el medio, y la verdad, un desastre. Toda apretujada, toda toqueteada. Se, y bueno, a la mañana no quiero andar toda toqueteada.
Y un buen día descubrí que en el furgón había mucho más lugar.
Así que empecé a subir ahí.
Y sucede que en ese furgón, a esa hora, viaja gente, emmm no se, gente entretenida.
En primera instancia, los jugadores de truco resaltan, por sus gritos como si se estuvieran jugando el campeonato del año. Ellos rodeados de mujeres, que van subiendo en cada estación.
En haedo, junto conmigo, sube Martita. Y parece que la hija de Martita debe estar buena, porque todos cuando la ven le gritan "SUEGRA!".
En Ramos suben 3 o 4 chicas y se escucha: "llegaron los ángeles". Entre los ángeles, está Mari, una pobre víctima de las infidelidades de su cónyuge; todos los días sube le pasa una nueva, qué le encontró una carta de amor, que su msn está lleno de chicas, que le miró los mails y encontró guarangadas. Y las otras la escuchan a la pobre, pero en cuanto se da vuelta ponen cara de que no la aguantan más.
Más adelante suben las dos amigas que estudian comedia musical, pero por suerte no cantan ni nada. Sólo andan compitiendo a ver quien hace más cosas o quién se garchó a más directores.
También está por ahí El Viejo, y hace un tiempo, desde que empecé a ir con la bici, que cada vez que me ve subir me dice: "te la cuelgo?", y yo que no, que después no la sé bajar, que mejor no. Y al otro día de nuevo, y de nuevo, y de nuevo.
También está el muchacho de gorro norteño que lee castañeda. Con ese me babeo un rato, pero lamentablemente para mí, no saca la vista del libro ni toma mate. Qué pena!
Y por último está Lito que es el encargado de cebar mate, y cómo yo voy tomando mate también, no se, un día nos saludamos. Qué se yo. Ah, hoy me enteré que se la quiere levantar a Martita.
Bueno, todo esto en modo de introducción, para comentar que hoy me puse muy contenta, porque me había olvidado el mate, y ni bien entré Lito me convidó. Y hubo buena onda. Y cómo no sabe mi nombre me decía amiga, o colo, y yo no le decía nada, porque él estaba muy atento a cuándo le devolvía el mate. Pero sé que se llama Lito, porque viajo con la oreja parada.

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